lunes, 9 de enero de 2012

ME FALTAN LAS PALABRAS





Hay momentos en los que necesitas desesperadamente de toda esa gente que te quiere y que quieres gritarles todo aquello que te embarga y preocupa. Y justo en ese momento se te acaban las palabras. Este fue uno de esos momentos:

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A veces las palabras se niegan a brotar y cierran al sufrido corazón sus anhelantes ansias de comunicación y consuelo. El día se torna noche en tu interior e intentas, desesperadamente, con celo y rabia, abrir las cerradas ventanas de tu mente y compartir... dejar salir todo aquello que te atormenta. Quieres vaciar tu alma y se te niega la palabra. Intentas dormir tus penas en brazos de tus amigos y te sientes mudo e impotente…
Hoy creía que había llegado el momento de hablar, de expulsar los demonios que anidan en mí… pero no encuentro esa fluidez que siempre ha tenido mi alma para explicarse, para volcar sus sensaciones y sentimientos…

Mi alma está muda.
Quisiera y quiero dejarla hablar, rogarle que hable y solo encuentro el silencio de la desazón, el tumulto del vacío y la desesperanza del propio olvido. Mi mente languidece al compás de mi corazón y la razón y la pasión se tornan lejanas para desvanecerse en un tormentoso mar de vanas esperanzas moribundas. Sólo la cotidiana costumbre mantiene un hálito de fe. Sólo el recuerdo del consumido fuego mantiene el rescoldo de un mañana deseado, de un futuro capaz de olvidar el reciente pasado.

Perdido mi camino interior solamente puedo adormecerme en tus brazos y esperar que el milagro de tu cariño bese mis futuros recuerdos y me susurre cálidas sonrisas que hagan renacer mi voz y pongan música a mis sentimientos… Quiero y necesito pedírtelo…
Pero me faltan las palabras.

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